viernes, 26 de diciembre de 2014

Las ilustraciones en la Literatura


En las últimas décadas se ha incrementado la publicación de libros profusamente ilustrados, en los cuales el texto y la imagen se complementan entre sí para formar un todo y facilitarle al niño la mejor compresión de la lectura, puesto que la ilustración, además de estimular la fantasía en ciernes, es un recurso indispensable para el goce estético de la literatura infantil. De ahí que, mientras el adulto lee un cuento en voz alta, el niño se deleita mirando las ilustraciones. Lo que hace suponer que para el niño, así como es importante el contenido del cuento, es igual de importante la ilustración que acompaña el texto; más todavía, existen libros infantiles cuyas imágenes gráficas no requieren de texto alguno, pues son tan sugerentes que cuentan una historia por sí solas.
 
La imagen y su representación idiomática ocupan un lugar central en los cuentos, ya que los símbolos de los cuentos se prestan a la representación gráfica. La imagen y la palabra son dos funciones expresivas, que se reflejan y complementan tanto en el desarrollo de la función idiomática como en la estética. Por otra parte, la percepción de las ilustraciones, la destreza en la lectura, el interés y la madurez, varían entre los niños de la misma edad. Asimismo, los niños no sólo se sienten atraídos por el ruido que, al hojear, producen los libros y las revistas, sino también por las imágenes que éstos contienen.
 
La literatura infantil, en toda época y lugar, ha sido una especie de vertedero ideológico y estético, donde cabía todo lo que estaba mal escrito o impreso; primero porque se la consideraba un opúsculo al margen de la llamada "buena literatura"; y, segundo, porque se creía que bastaba con darle al niño los subproductos lanzados por el mercantilismo grosero. Es decir, esos libros con letras microscópicas y textos escasos y pobres, con ilustraciones de mala calidad y una encuadernación que se deshacía en las manos del lector antes de cerrar las tapas; cuando en realidad, lo que espera el niño es un libro que le llene de gozo a primera vista y le estimule las inquietudes de su fuero interno.
 
En los últimos decenios, si en algo se pusieron de acuerdo los psicólogos, pedagogos, ilustradores y escritores, es en la presentación que debe ostentar la literatura infantil, no sólo en cuanto al formato, al tipo de letra y la encuadernación, sino, sobre todo, en cuanto a las ilustraciones que, además de enseñar a diferenciar los tamaños y colores, contribuyen a la comprensión del texto.

 


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